Últimamente me han prestado un libro "Excursiones para niños por la Sierra de Madrid". Leyendo sus páginas he encontrado un apartado muy interesante:
Jugar en la Naturaleza con la Naturaleza y me ha hecho reflexionar acerca de lo simple, de la sencillez.
En esta sección del libro, el autor nos cuenta que el mejor parque de juegos que un niño puede tener es la naturaleza. En ella puede subir, bajar, trepar, descubrir y todos los verbos de acción que se os ocurran, pero también escuchar, respetar, imaginar, admirar... y la conveniencia o no de estructurar el tiempo, su tiempo de ocio, tan frecuentemente ocupado con actividades extraescolares. Por eso me surge el valor de lo sencillo, del "palo" como juguete, del disfrute de escuchar las pisadas en el bosque, de recoger hojas o encontrar duendes pero dejando que sean los niños los protagonistas. Esto que parece sencillo, en ocasiones no lo es tanto, pues nos encontramos con niños que no saben jugar de forma autónoma, o incapaces de imaginarse un juego con sus iguales fuera de la tecnología.
En ese caso el papel del adulto sera el de guia, facilitador, mostrando los materiales, hojas, frutos, huellas,ofreciendo ejemplos de juego para paulatinamene dejar que sea el niño el que tome la iniciativa.
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